-No abráis la puerta a nadie…
Nos dijeron al dejarnos solos en aquel pequeño –pero céntrico-
apartamento de Ust Kamenogorsk
-¿Y si es la policía?- se me ocurrió preguntar.
.A ellos menos que a nadie…
No llevábamos ni tres cuartos de hora en aquel país y ya
habíamos tenido que pagar 1600€ a aquellas tres personas en las que tendríamos
que confiar para todo durante el mes siguiente.
500€al chofer ,500€ a la traductora,600€ por aquel espacio
modesto que sería nuestro hogar y refugio
durante los 30 días que vivimos allí para conocer y visitar a los niños que nos
habían asignado y que se convertirían en nuestro hijos para siempre.
Hubo momentos en que pasamos miedo, recuerdo un día –sólo un
día- en que aprovechándonos de que estábamos en el centro, al terminar las
visitas en vez de regresar al
apartamento nos quedamos, en una cafetería donde con la consumición te daban la
clave para tener acceso a wifi. Sólo estuvimos una hora, eran sólo las siete y
noche más que cerrada, el regreso por aquellas calles sin iluminación ninguna,
sin aceras , sin asfalto, aquella entrada del edificio por aquel callejón siniestro…
Nuestra ropa, nuestros zapatos eran tan diferentes…fuimos muy conscientes de que
nos habíamos puesto en peligro.
No lo volvimos a hacer y cada tarde desde las 6
de la tarde hasta las 9 del día siguiente permanecíamos en aquella casa nuestra
casa. De la que no conocimos a ningún vecino, pese a ser un edificio de varias
plantas nunca nos cruzamos con nadie, ni una sola persona.
Tengo una enorme expectación por ver mañana la película “La
Adopción”, tengo ganas de asistir desde afuera a aquellos escenarios tan
similares, a aquellas situaciones que ya he reconocido en los tráilers de la película. Seguro que me identificaré con
esa pareja que, como nosotros viajó miles de kilómetros a un país en busca de
su sueño: ser padres.
Todos los que hemos perseguido de una u otra manera hemos
superado obstáculos, enfrentado situaciones y pasado por aros difíciles de
describir tanto como para escribir nuestra propia película o nuestro propio
libro. Y pese a todo será nuestra historia única e irrepetible, por la que volveríamos
a pasar si hiciera falta para llegar a nuestros hijos.