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Madre favorita

El domingo por la tarde a la hora de la merienda, en la terraza mis dos niños estaban comiendo un helado jugando con la  perrita que trataba de, en algún descuido de sus amos, entre cariños y juegos, darle un lametón a alguno de los polos.
-¿Sabes qué? Esta es mi primera mascota pero dentro de poco voy a tener un pececito y será mi segunda mascota .
-No Nacho, no, esta es nuestra segunda mascota, cuando vivíamos en Kazajistán, tuvimos otro perro.
-¿Ah, si?
-Sí, era mucho más grande que esta…
-¿Y donde está ahora?
-Se murió.
-¿En Kazajistán? yo no me acuerdo.
-Si cuando vivíamos con nuestra primera madre.
-¿Ah, si? ¿ hemos tenido otra madre?
-Claro, la madre que nos tuvo en la barriga.
-¿Y yo era un niño pequeño?
-Sí y yo también,
-Pues la echo de menos...
-Pero no Nacho, no! no me cuidaba bien...
 Luego, Diana  estuvo contándole cosas que pertenecen al mundo privado de mis hijos y finalizó diciendo:
-Por eso ahora tenemos otra madre. Esta es nuestra madre favorita…
Yo la oigo desde el salón,intentando distanciarme, pero es imposible, la historia que cuenta Diana la hemos escuchado muchas veces, no me es nueva, y siempre resulta dolorosa, pero hoy la fuente de dolor es más punzante porque es la primera vez que escucho a mi hija calificarme de “segunda” madre y sin poder evitar el darle la razón, ya que lo que dice es absolutamente cierto, me vuelvo a ver inmersa en una corriente contra la que nado y nado, la misma corriente en ríos distintos, a veces de hielo a veces de lava candente, como la de hoy y hoy siento  casi la certeza de que es un esfuerzo inútil, tengo que replanteármelo todo, de nuevo, otra vez.
Tengo que empezar a asumirlo a nivel más profundo. Porque saberlo, lo sé, porque a nivel consciente lo reflexiono y lo asumo, pero emocionalmente...  lo de que mis hijos tuvieron otra madre, no "una mujer que los parió", no "una señora que les llevó en su barriga"...
Para mí ellos son mis hijos, no son "mis favoritos", no son ni primeros ni segundos, no son "mis hijos de verdad", son los únicos, son mis hijos y punto. Y si, tuvieron otra madre…su primera madre.Gracias a ella nacieron, pero también por ella mis hijos llevan a su espalda cicatrices emocionales que no dejaran de supurar nunca.

No hace mucho acompañando a mi hija al endocrino, hablando de la altura y el desarrollo, al médico no le dolieron prendas en decirme delante de Diana:
-Para saber eso ( se refiere a la altura que más o menos alcanzará Diana antes del desarrollo) tendríamos que saber cómo de altos eran sus verdaderos padres…
-Se refiere a sus padres biológicos…
-Si, a sus “padres de verdad”.
-Se refiere a los biológicos,- insistí.
A toro pasado y cuerno quemado, se me ocurren mil respuestas que tengo que volver a prepararme por si vuelve a suceder, pero aquella consulta con ese litocéfalo que nos tocó por médico, me puso enferma y no hablo metafóricamente.

Volviendo al domingo.Tras la conversación con su hermana, Nacho parece haberse caído de un guindo, llevaba mucho tiempo empeñado en que estuvo en mi barriga y cuando le he querido explicar que no, que estuvo en la barriga de otra mujer nunca ha querido escucharme, aunque un día esperando en el colegio con otra vecina a que salieran los niños mayores de pronto  dijo:
-¿Sabes qué? Que yo no he estado en la barriga de mi madre…
Diana, era más mayor cuando entró en el programa de adopción y conoce toda la historia, tampoco lo hace más fácil, pero al menos su cabeza tiene porqués a sus preguntas, aunque hay preguntas que no tienen una respuesta lógica para nadie.
Nacho, era mucho más pequeño, apenas meses cuando entrara en la casa cuna y dos añitos y poco más cuando se convirtió en nuestro hijo. Siempre parece que vive en el limbo, que no quiere saber muchas cosas y aunque lo que pregunta se lo contestamos siempre, hasta ayer no había comprendido que estar en otra barriga significaba haber tenido antes que a mi a otra madre.
Esta mañana íbamos en el coche, nuestra normalmente tranquila perrita Bruna, andaba nerviosa, como si supiera que iba al veterinario, a actualizarle las vacunas…
De pronto Nacho pregunta:
-Mamá, donde está la primera madre de  Bruna…
-Pues seguramente sería muy viejita y ya habrá muerto…
-Y no ha podido cuidarla y por eso tú ahora eres su mamá…
-Soy su mamá desde hace 12 años, eso en un perrito es mucho, mucho tiempo.
-¿Tú crees que Bruna echa de menos a su primera mamá…?
-Cariño, papá y yo la tenemos desde muy chiquitina,  le cuidamos, procuramos que no pase hambre, sed, ni frío, ni calor y si se pone malita la llevamos al veterinario, viajamos con ella, la queremos mucho y ella nos quiere muchísimo. Ahora además os tiene a vosotros para cuidarla también, creo que es una perrita feliz.
Y Diana dijo: 
-¡Anda… los tres somos adoptados!
Pero yo sé que no se va a quedar ahí la natural curiosidad de Nacho. Su mente es como un péndulo que viene y va y parece que se aleja  de un tema pero enseguida vuelve a ello con más contundencia, con preguntas inesperadas, con conjeturas sorprendentes.
Tengo que estar preparada, preparada para sonar natural y convincente, preparada para que no me duela y procurar evitarle dolor y confusión.
Hace ya nueve meses que murió mi hermano pequeño, su tito Carlos, al que adoraba y aún me cuenta lo mucho que lo echa de menos y  es verdad porque  en casa es Nacho quien más lo nombra y pregunta. De vez en cuando dice cosas como que cuando sea mayor va a ser astronauta para subir al cielo y traerse a Tito Carlos… o el mismo domingo  por la mañana antes de la conversación sobre "las madres", estando en la playa le animé a que se sacara el bañador para que no estuviera con el mojado jugando en la arena y de pronto vino y me preguntó
-Mamá ¿en el cielo cómo van vestidos o desnudos?
-Hombre…pues yo creo que desnudos, allí la ropa no les hace falta…
-Jejejeje…¡Tito Carlos está en bolas…!

Este sábado -no hace aun la semana de la conversación con Diana-, visitando una Ermita donde acababa de celebrarse una boda, alguien dejó abandonada una flor con un lazo, mi hijo la recuperó para mí. Vino corriendo me la dio y me dijo "para mi madre favorita".

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